Santo Cura de Ars

Nacido el 8 de mayo de 1786 en Dardilly, cerca de Lyon, en una familia de agricultores, Juan María Vianney tuvo una infancia marcada por el fervor y el amor de sus padres. El contexto de la Revolución Francesa ejerció una fuerte influencia en su juventud: hará su primera confesión a los pies del gran reloj, en el salón de su casa natal, y no en la iglesia del pueblo, recibiendo la absolución de un sacerdote clandestino.

Dos años más tarde, hace su primera comunión en un granero, durante una Misa clandestina celebrada por un sacerdote “rebelde”. A los 17 años, decide responder a la llamada de Dios: «Quisiera ganar almas para el Buen Dios», le dirá a su madre, Marie Béluze. Sin embargo, su padre se opondrá durante dos años a este proyecto, ya que faltaban brazos en la casa familiar.

A los 20 años, comienza su preparación para el sacerdocio con el abate Balley, párroco de Écully. Las dificultades le harán crecer: pasa rápidamente del desaliento a la esperanza, peregrina a Louvesc, a la tumba de San Francisco Régis. Se ve obligado a desertar cuando es llamado a unirse al ejército para luchar en la guerra en España. No obstante, el abate Balley sabrá apoyarlo durante esos años marcados por numerosas pruebas. Ordenado sacerdote en 1815, en un primer momento es nombrado vicario en Écully.

En 1818, es enviado a Ars. Allí, despierta la fe de sus feligreses con sus prédicas, pero sobre todo con su oración y su estilo de vida. Se siente pobre ante la misión que debe cumplir, pero se deja envolver por la misericordia de Dios. Restaura y embellece la iglesia, funda un orfanato que llama "La Providencia" y se ocupa de los más pobres.

Muy rápidamente, su reputación como confesor atrae a numerosos peregrinos que buscan en él el perdón de Dios y la paz del corazón. Asediado por numerosas pruebas y luchas interiores, mantiene su corazón firmemente arraigado en el amor de Dios y de los hermanos; su única preocupación es la salvación de las almas. Sus lecciones de catequesis y sus homilías hablan principalmente de la bondad y la misericordia de Dios. Sacerdote que se consume de amor ante el Santísimo Sacramento, totalmente entregado a Dios, a sus feligreses y a los peregrinos, muere el 4 de agosto de 1859, tras haberse entregado hasta el extremo del Amor. Su pobreza no era simulada. Sabía que un día moriría como “prisionero del confesionario”. Intentó tres veces huir de su parroquia, creyéndose indigno de la misión de párroco, y pensando que era más un obstáculo para la bondad de Dios que un canal de su Amor. La última vez fue menos de seis años antes de su muerte. Fue detenido por sus feligreses, quienes hicieron sonar la campana de la iglesia en plena noche. Entonces, se dirigió a la iglesia y se puso a confesar hasta la una de la madrugada. Al día siguiente, dirá: “Me he comportado como un niño”.

En sus exequias, la multitud estaba compuesta por más de mil personas, entre ellas el obispo y todos los sacerdotes de la diócesis, que habían venido a despedir a quien ya era su modelo.

Beatificado el 8 de enero de 1905, ese mismo año fue declarado "patrono de los sacerdotes de Francia". Canonizado en 1925 por Pío XI, el mismo año que Santa Teresa del Niño Jesús, fue proclamado en 1929 "patrono de todos los párrocos del universo". El Papa Juan Pablo II visitó Ars en 1986.

Hoy en día, Ars recibe 450,000 peregrinos al año y el Santuario ofrece diversas actividades. En 1986 se abrió un seminario para formar a los futuros sacerdotes en la escuela del "Señor Vianney". ¡De hecho, donde pasan los santos, Dios pasa con ellos!