El Papa a los curas: sentirse omnipotentes es la raíz de todos los abusos, permanezcan cerca de la gente
Francisco recibió en audiencia a los participantes en la Conferencia Internacional sobre la Formación Permanente de los Sacerdotes, promovida por el Dicasterio para el Clero, que se celebra en el Vaticano hasta el 10 de febrero. El Pontífice recomienda no ser mundanos, neuróticos, amargados o «solterones» y permanecer apegados a la gente: esto «nos preserva del riesgo de separarnos de la realidad». Luego recomienda «perdonar siempre» a los que se confiesan y «no tener miedo de ser tiernos».
Salvatore Cernuzio - Ciudad del Vaticano (de Vatican News)
Servidores y no empresarios. Testigos, antes que maestros. Discípulos, en lugar de dueños. Completamente inmersos en el pueblo, cercanos a los dolores y alegrías de la gente, para evitar el riesgo de “desconectarse de la realidad” o “sentirse omnipotentes”, raíz de toda forma de abuso. Misericordiosos con quienes vienen a confesarse y pedir perdón y “no a escuchar una clase de teología o penitencias”, sin miedo de excederse en la ternura. Son indicaciones concretas con las que el Papa delineó la esencia del ministerio sacerdotal en su discurso a los participantes en el Congreso Internacional sobre la formación permanente de los sacerdotes promovido por el Dicasterio para el Clero.
Herramientas y lenguajes
Más de mil sacerdotes de Italia y del mundo se reunieron esta mañana, 8 de enero, en el Aula Pablo VI, acompañados por el cardenal Lazzaro You Heung-sik, a quien el Papa llama cariñosamente “el gran jefe coreano”. Del 6 al 10 de febrero están inmersos en discusiones y reflexiones sobre buenas prácticas, desafíos, problemas y perspectivas futuras de la formación sacerdotal en lo que es, a todos los efectos, un “cambio de época”, como dice el Papa, quien subraya la importancia de un congreso de este tipo, por un lado, para “reavivar el fuego” de la vocación; por otro, para encontrar juntos “herramientas y lenguajes que ayuden a la formación sacerdotal”, sin pensar nunca que se tienen todas las respuestas.
Yo tengo miedo de aquellos que tienen todas las respuestas, tengo miedo


Triste quien no es capaz de ser testigo
Son tres los “caminos” que el Papa indica para “avivar el don recibido”, el del sacerdocio: la alegría del Evangelio, la pertenencia al pueblo, la generatividad del servicio. La alegría, ante todo, que nace de la conciencia de ser “amados por Dios”. Esto “libera de la tristeza del individualismo y del riesgo de una vida sin sentido, sin amor y sin esperanza”, subraya el Pontífice. Y esto convierte en “testigos antes que maestros”:
Ser testigos antes que maestros, testigos del amor de Dios, que es lo único que cuenta. Y cuando uno no es capaz de ser testigo, es triste, es muy triste esto…
No a un camino "empresarial"
“Solo acogiendo y cuidando la alegría del Evangelio, podemos llevar esta alegría a los demás. Al hacer formación permanente, por tanto, no olvidemos que siempre somos discípulos en camino y que eso constituye, en todo momento, lo más bello que nos ha sucedido, ¡por gracia!”, afirma aún el Papa.
Y cuando encontramos sacerdotes que no tienen esa capacidad de servicio, quizás egoístas, sacerdotes un poco que han tomado el camino “empresarial”, allí han perdido esa capacidad de sentirse discípulos: se sienten dueños.
Cuidar la formación humana integral
La gracia supone siempre la naturaleza, y por esto, dice Francisco, “necesitamos una formación humana integral”. De hecho, “ser discípulos del Señor no es un disfraz religioso, sino un estilo de vida, y por lo tanto requiere el cuidado de nuestra humanidad”. Lo contrario es el sacerdote “mundano”: “Cuando la mundanidad entra en el corazón del sacerdote se arruina todo”. Sobre este aspecto, el Papa Francisco pide emplear todas las “energías y recursos”: el cuidado de la formación humana.
Una vez un viejo sacerdote me dijo: cuando un sacerdote es incapaz de jugar con los niños, ha perdido. Es curioso. Es una prueba. Se necesitan sacerdotes plenamente humanos, que jueguen con los niños y acaricien a los ancianos, capaces de buenas relaciones, maduros para enfrentar los desafíos del ministerio, para que el consuelo del Evangelio llegue al pueblo de Dios a través de su humanidad transformada por el Espíritu de Jesús.
Nunca olvidar “la fuerza humanizante del Evangelio”, recomienda el Papa. El riesgo es convertirse en un “sacerdote amargo”, y por lo tanto en un “solterón”.


Ejercicios de sinodalidad
Un segundo camino a seguir es la pertenencia al pueblo de Dios. “Sólo podemos ser discípulos misioneros juntos”, afirma el Pontífice. “Podemos vivir bien el ministerio sacerdotal solo inmersos en el pueblo sacerdotal, del cual también nosotros provenimos”. Esta pertenencia al pueblo “custodia”, “sostiene en las fatigas”, “acompaña en las ansiedades pastorales” y “preserva del riesgo de desconectarnos de la realidad y de sentirnos omnipotentes”. “Tengamos cuidado, porque esta es también la raíz de toda forma de abuso”, advierte el Papa.
Exhorta, por tanto, a no concebir una formación sacerdotal “separada”, sino enriquecida con el “aporte del pueblo de Dios”, es decir, de sacerdotes y fieles laicos, de hombres y mujeres, de solteros y casados, de ancianos y jóvenes, “sin olvidar a los pobres y a los que sufren, que tienen mucho que enseñar”. “En la Iglesia, de hecho, hay una reciprocidad y una circularidad entre los estados de vida, las vocaciones, entre los ministerios y los carismas”, recalca el Papa Francisco. Lo que pide a los sacerdotes, hoy, es por tanto un “ejercicio de sinodalidad”. “Caminar juntos”, repite el Papa: el sacerdote siempre con el pueblo, pero también junto con el obispo y el presbiterio. “¡No descuidemos nunca la fraternidad sacerdotal!”, recomienda. Y no olvidemos las raíces: “Recuerda tus raíces, tu historia, la historia de tu familia, la historia de tu pueblo. El sacerdote no nace de una generación espontánea. O pertenece al pueblo de Dios o es un ‘aristócrata’ que termina neurótico”, dice el Papa.
Padres y madres para quienes se nos confían
Finalmente, el tercer camino: la generatividad del servicio. “Servir es el distintivo de los ministros de Cristo”, afirma el Papa. “Formar a los sacerdotes significa servirlos, servir su vida, alentar su camino, ayudarlos en el discernimiento, acompañarlos en las dificultades y sostenerlos en los desafíos pastorales”.
El sacerdote que se forma de esta manera, a su vez se pone al servicio del pueblo de Dios, está cerca de la gente y, como Jesús hizo en la cruz, se hace cargo de todos.
Así se convierte en “padres y madres para aquellos que se nos confían”, así se genera la vida de Dios. “Este es el secreto de una pastoral generativa - evidencia Francisco -: no una pastoral en la que estemos nosotros en el centro, sino una pastoral que genere hijas e hijos a la vida nueva, que lleva el agua viva del Evangelio al terreno del corazón humano y del tiempo presente”.


Perdonar siempre
Apartándose del texto escrito, el Papa se detiene con todos los sacerdotes presentes en uno de los aspectos fundamentales de su ministerio: la confesión. “Por favor, no se cansen de ser misericordiosos. Perdonen siempre. Cuando la gente viene a confesarse, viene a pedir perdón y no a escuchar una clase de teología o penitencias. Sean misericordiosos por favor”, es la invitación del Obispo de Roma.
Perdonar siempre, porque el perdón tiene esta gracia de la caricia, de acoger. El perdón siempre es generativo por dentro. Esto les recomiendo: perdonen siempre.
Y también: “No tengan miedo de ser tiernos”.