Cardenal Lázaro: el Papa en Asia, una inmersión en las Iglesias "fuera del centro"
El Prefecto del Dicasterio para el Clero unas horas antes de la partida del Papa hacia Extremo Oriente: son tierras ricas en espiritualidad donde el diálogo con las religiones es central, anunciar el Evangelio confirma la alegría de la fe típica del pueblo asiático
(De Vatican News)
Hace justo diez años daba la bienvenida a Francisco, un invitado muy esperado en lo que podría considerarse la JMJ asiática. Diez años después, el cardenal Lazzaro You Heung-sik lidera el Dicasterio para el Clero, pero su corazón de coreano se acelera al pensar en el Papa, listo - como hará en unas pocas horas - para embarcarse de nuevo hacia Asia. Un continente tan inmenso como sus culturas y creencias religiosas, en el que arraigar la fe es un desafío que avanza a través de la inculturación y, como afirma el purpurado a los medios vaticanos, “se desarrolla a través de nuevos lenguajes y nuevos modelos pastorales”.
¿Cómo podríamos resumir, según usted, el significado de este viaje apostólico?
Creo que el viaje del Santo Padre a Asia confirma su pasión por el Lejano Oriente, que ha manifestado en múltiples ocasiones hablando de sus primeros años de sacerdocio y de su deseo de ser misionero en esas tierras. Más en general, este viaje atestigua una vez más la atención hacia las “periferias”, que el Papa Francisco ha recomendado a menudo casi como una brújula para orientar el camino de toda la Iglesia. Se trata de una mirada que no se cierra en sí misma, que no reduce la belleza y la creatividad del cristianismo a una única forma de rezar, de celebrar o de actuar en la pastoral, sino que, al contrario, se expande más allá de las fronteras, se pone a escuchar lo que sucede incluso en tierras e iglesias aparentemente “fuera del centro”, lejanas, pero ricas en vida y espiritualidad. Al mismo tiempo, un aspecto importante de este viaje tiene que ver con el tema de la fraternidad; al llegar a esos países, el Papa podrá sumergirse en un mundo multicultural, en tierras y ciudades donde se mezclan y conviven personas, culturas y tradiciones religiosas antiguas y diversas, en armonía. Así, el Papa Francisco podrá confirmar al Pueblo de Dios que encontrará y, al mismo tiempo, poner en evidencia este ejemplo de fraternidad y de compartir en un mundo aún desgarrado por conflictos, guerras y discordias.
¿Cuál es el papel de Asia en el contexto de la fe y el resto del mundo hoy?
Asia es un continente muy variado. El camino de la fe cristiana, siempre “contaminado” por tantas otras espiritualidades e incarnado en una cultura tan particular, se desarrolla a través de nuevos lenguajes, nuevos modelos pastorales y una atención específica al diálogo entre las religiones, entendido también como un camino unitario de la humanidad hacia Dios y participación en Su proyecto de salvación. En este sentido, Asia puede ayudar también a la fe occidental a renovarse, a reencontrar vitalidad a través de una nueva evangelización y a crecer en la conciencia de la misión que los cristianos tenemos con respecto al mundo, a la sociedad y a la construcción de un futuro de paz.
¿Qué significa anunciar el Evangelio en esa región, en esas tierras?
Como sabemos, por un lado, el Evangelio se encarna en la cultura haciéndola su propio terreno para poder germinar y, por tanto, acogiéndola con benevolencia; al mismo tiempo, el anuncio del Evangelio es siempre un desafío para la cultura y pretende purificarla y acompañarla en un camino de crecimiento que la haga cada vez más conforme al proyecto de Dios y, por ende, más humana. En este sentido, anunciar el Evangelio en Asia significa confirmar la alegría de la fe que distingue al pueblo asiático, arraigada en la siembra de muchos misioneros y testigos del Evangelio, pero, al mismo tiempo, el cristianismo está llamado a afrontar algunos desafíos de tipo cultural: pienso especialmente en los jóvenes, que a veces se dejan fascinar por modelos culturales y sociales demasiado secularizados y marcados por una mentalidad hedonista y consumista; pero también en cuestiones relacionadas con algunos fenómenos más locales como la magia, la brujería, el uso de la violencia como autodefensa, en algunos casos el tribalismo y el animismo. Sin olvidar los problemas que afectan a los pobres, la familia y la custodia de la vida. En general, el aspecto más importante es, sin duda, el testimonio cristiano, como enseñó San Andrés Kim, el primer mártir coreano, y tantos otros mártires asiáticos: donde hay testimonio de vida hay también anuncio del Evangelio, porque antes que palabras y fórmulas, es ante todo nuestra vida la que debe manifestar la alegría del Evangelio, para convertirse en una luz que ilumina las tinieblas del mundo.