Curso para Rectores y Formadores de Seminarios de América Latina
AUDIENCIA DEL SANTO PADRE FRANCISCO
A LOS PARTICIPANTES EN UN CURSO PARA RECTORES Y FORMADORES
DE SEMINARIOS LATINOAMERICANOS
Sala Clementina
Jueves, 10 de noviembre de 2022
Discorso pronunciato a braccio dal Santo Padre, durante l’udienza
PALABRAS IMPROVISADAS
Agradezco al Cardenal su presentación, agradezco a los miembros del Dicasterio, al Secretario, Subsecretario y al resto de la “banda” que hayan venido aquí. Y ahora les voy a leer un discurso de doce páginas, que es un campeonato… A ver después de la tercera quién se acuerda lo que dije. Pero, para evitar este riesgo, se los voy a dar escrito, al secretario, para que lo haga conocer, va a salir hoy en el “Osservatore Romano”. Es lo que yo pienso sobre la formación sacerdotal, pero es una cosa pesada, que la lean con tranquilidad. Y yo más bien acá me voy a permitir decir tres o cuatro cosas que tengo en el corazón, que se las quiero decir de cercano, para la vida sacerdotal de ustedes, sobre todo, la vida de formadores del seminario.
Porque no es fácil eso, ¿no es cierto? En mi tiempo nos metían todos en la serie, y la formación era por serie: “Hoy toca esto, esto, esto…”. Y el que aguantaba hasta el final se ordenaba, y los demás se iban cayendo por el camino o iban dejando. En aquel tiempo, salían excelentes sacerdotes así, excelentes. Hoy día esto no sirve, porque es otra época, otra la carne, la materia prima. Otros son los jóvenes, otras las inquietudes; entonces, bueno, estamos para formar esos jóvenes.
Y una de las tentaciones más serias que hoy día pasa la Iglesia, ustedes lo saben mejor que yo, es cuando te vienen con esquemas rígidos de formación, ¿no es cierto?, todo rigidez y qué se yo… Han surgido congregaciones religiosas que son un desastre, que hubo que ir cerrándolas de a poco, congregaciones de rígidos “que no, que no, que no…”. Y que en el fondo, detrás de esa rigidez, se esconde verdadera podredumbre. Entonces, es importante discernir bien, a lo largo de la formación, cómo acompañar a los chicos. Y la palabra discernir creo que es clave. Si un formador no tiene la capacidad de discernir, que le diga a su obispo: “Mirá, mándame a otra cosa, yo para esto no sirvo”. Porque discernir supone silencio, supone oración, supone rezar, supone acompañar, supone capacidad de sufrir, supone no tener la respuesta hecha. Respuestas hechas hoy en día no les sirven a los chicos sino que hay que ir acompañándolos, con la doctrina clara, eso sí, pero ir acompañándolos en las diversas coyunturas.
En ese trabajo que tienen ustedes, las cosas necesarias las tiene el Secretario ahí, lo van a ver escrito todo, esto hay que hace hacerlo. Porque es un problema del número de seminaristas, no puede haber un seminario con cuatro personas, no. “No tenemos más” – júntense. Punto.
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