Irma Patricia Espinosa Commissione Tutela

07 febrero 2024

 Queridas hermanas y hermanos en la fe:

Es un honor dirigirme a ustedes en este Congreso Internacional para la Formación Permanente de los sacerdotes , a lo largo del cual se está reflexionando sobre todos los aspectos que la integran. Quiero agradecer, a nombre del Secretario de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores, la oportunidad para compartirles algunas breves reflexiones sobre buenas prácticas en Safeguarding a partir de mi experiencia en este campo como psiquiatra y perito en numerosos casos de abuso sexual. 

Una primera consideración tiene que ver con la pregunta : ¿por qué la formación permanente debe incluir el tema de las buenas prácticas en la salvaguarda de los menores y las personas vulnerables?

Antes de plantearles alguna respuesta, primero quiero compartirles algo que surge de mi experiencia de campo : estoy convencida que un número importante de sacerdotes diocesanos o religiosos que han cometido abuso sexual, podrían haberse evitado si se hubiesen apoyado en sus hermanos sacerdotes o en su Obispo o su Superior, si hubiesen llevado dirección espiritual , si hubiesen buscado una asesoría profesional en el área de la salud mental o hubieran sido tratados psicológica o psiquiátricamente, según fuera el caso. 

En mi país cuando uno habla de esta manera, la gente siempre dice: “el hubiera no existe” a lo cual yo respondo: “no para el que ya cayó, pero sí para evitar que otros caigan”. No quiero justificar ni minimizar el delito cometido por estos sacerdotes; tengo la total convicción de que la víctima debe estar en el centro, pero sí creo que no podemos meter en el mismo cajón a todos los acusados de abuso sexual.

Es claro que también hay un grupo de abusadores sexuales que con premeditación, alevosía y ventaja atacan a sus víctimas, sin remordimiento de por medio y con un gran índice de reincidencia. 

Cuando hablamos de abuso sexual, es necesario mencionar los factores de riesgo y de protección, los primeros aumentan la probabilidad de que ello ocurra y los segundos , la disminuyen , de suerte que las políticas de prevención y las buenas prácticas se enfocan precisamente en el impacto que se puede tener en ambos tipos de factores y por tanto, en la creación de ambientes seguros.

Uno de los factores de riesgo más poderosos para que ocurra un abuso sexual es el de la oportunidad, la “tormenta perfecta”, ese momento donde se conjugan múltiples variables que favorecen que haya una víctima y un agresor. 

Incidir sobre la OPORTUNIDAD es la finalidad de las buenas prácticas y abarcan dos tipos de aspectos principales: los que tienen que ver con quien puede llegar a cometer el abuso (personales) y los de los ambientes eclesiales donde esto ocurre (institucionales). Los primeros se relacionan con el autocuidado que, a su vez, se vincula con la capacidad de la persona para identificar y asumir sus fortalezas, debilidades y necesidades en los distintos momentos de su vida y actuar a partir de la

conciencia de la responsabilidad que tiene de cuidar su vocación y ministerio, lo que implicaría, en pocas palabras, “pedir ayuda oportunamente”. Los elementos ambientales son aquellos en los cuales la institución eclesial no promueve el cuidado y bienestar integral de sus pastores y llega a actuar, solo cuando el barco se ha hundido. 

Formarse entonces, en safeguarding, tiene una triple función:

Promover y proteger la integridad personal del sacerdote y los miembros de su comunidad. 

Apoyar las políticas y lineamientos institucionales que buscan hacer de la Iglesia un lugar seguro.

Prevenir la existencia de acusaciones infundadas . 

Por lo anterior, las buenas prácticas en la formación permanente sacerdotal, deben abordarse desde tres dimensiones principales:

La dimensión del cuidado de la salud mental y emocional. 

La dimensión del cuidado de la psicosexualidad y la espiritualidad

La dimensión del cuidado relacional 

 

La primera requiere de hacer conciencia de la importancia de nuestra mente y psique, e incluye un adecuado manejo del estrés y el agotamiento, el equilibrio de la vida ministerial/personal y la posibilidad de acceso a recursos de apoyo psicológico/ mental.

La segunda tiene como centro la castidad y la vida celibataria que exige un trabajo personal en la psicosexualidad , la vivencia positiva de la castidad y el celibato, la oración y el compromiso espiritual y el manejo adecuado de la soledad y las posibles crisis en esta esfera. 

La tercera, implica el desarrollo de relaciones sanas con su pares, lo cual resulta en el fomento de la fraternidad sacerdotal, y por último , el diálogo abierto, afectivo , efectivo y regular, con su Obispo o su Vicario .

Les he mencionado brevemente, el aspecto efectivo de las buenas prácticas, pero considerando que todo lo que se relaciona con la formación permanente , tiene como finalidad principal, continuar creciendo en su vocación y ministerio . 

Las buenas prácticas no son simplemente reglas o protocolos que deben seguirse , son expresiones concretas de su compromiso evangélico con la dignidad de cada persona. Como pastores, como formadores , como miembros de la Iglesia , compartimos la responsabilidad de asegurar que todos, sin importar género o edad, seamos tratados con el más alto nivel de respeto y cuidado, pero especialmente los más vulnerables.

Adoptar las buenas prácticas en Safeguarding, es la manifestación de la devoción de seguir el ejemplo de Jesús, quien acogió a los más débiles, optó por los más desamparados y llamó a sus discípulos a hacer lo mismo. 

Las políticas y procedimientos en Safeguarding, como las líneas guía, los códigos de conducta y los documentos relacionados, además de ser un apoyo y protección para sacerdotes y laicos, son una herramienta a través de la cual y por amor a Jesús, luchamos porque la misericordia y la justicia sean para todos.

Sabemos que su labor como pastores es dinámica y desafiante, y el contexto en el que sirven está en constante cambio y evolución y a ello se agrega la realidad de cada iglesia local . La pastoral que ustedes realizan es de gran nobleza y complejidad, puesto que han sido llamados a pastorear a los pastores, a cuidar de quienes cuidan. Como el buen samaritano,ustedes prestan un primordial gesto de atención al otro que les permite detenerse, mirarlo y hacerse cargo, velando para que pueda continuar en su camino ministerial. 

Las buenas prácticas en Safeguarding es la Buena noticia que proclama el Evangelio, es su identidad central como pastores, que les impele a no permitir ninguna forma de abuso o violencia contra quien sea y lograr hacer del Evangelio de la misericordia y la justicia una realidad práctica.

Por último, la Iglesia toda, agradece su labor y esfuerzo , deseando que este congreso siga siendo una oportunidad para renovar el compromiso con la esencia de su ministerio sacerdotal y ver las buenas prácticas en Protección de menores y personas vulnerables , como un don, recordando en todo momento, que en cada persona se encuentra Cristo mismo. 

Gracias.