En este momento histórico nos situamos entre dos coordenadas eclesiales separadas por veinte años: El Congreso Europeo de Pastoral Vocacional de 1997 y la próxima Asamblea del Sínodo de los Obispos.
El punto de partida es el documento del Congreso de 1997, que confirma y propone un “salto de calidad” de la pastoral de las vocaciones. Por medio de las imágenes de la maternidad de la Iglesia, la acción coral de todos los agentes vocacionales y el acompañamiento personal de los jóvenes. Efectivamente, este Congreso marcó un camino pastoral transitable.
El objetivo de la próxima Asamblea del Sínodo de los Obispos es el acompañamiento y el discernimiento de las vocaciones en una atmósfera espiritual y comunitaria que permita su maduración y desarrollo.
Quisiera proponer cinco aspectos de la pastoral de las vocaciones sacerdotales en este contexto.
1. Una acción pastoral específica a favor de las vocaciones sacerdotales.
El Congreso europeo, en 1997, sintetizó un importante principio para la pastoral de las vocaciones: si en un tiempo la promoción vocacional se orientaba exclusiva y principalmente a algunas vocaciones, ahora se debería dirigir cada vez más a la promoción de todas la vocaciones, porque en la Iglesia de Dios o se crece juntos o no crece ninguno[1]. Tal orientación atañe directamente al Centro Diocesano de Pastoral Vocacional, es decir, a la organización general de la pastoral vocacional.
Sin embargo, siempre en un segundo momento, cuando un joven se halla ya en el proceso de decisión en torno al sacerdocio, la vocación sacerdotal requiere una atención particular y un cuidadoso discernimiento. Ambas acciones son compatibles y complementarias. Podemos designar a la primera como “general” y a la segunda como “específica”. La primera decisión por la vida presbiteral exige sucesivas acciones, antes de la admisión en el Seminario, las cuales son más detalladas y delicadas a causa de la trascendencia del ministerio presbiteral en la vida de la Iglesia.
Este segundo momento del acompañamiento vocacional no es responsabilidad exclusiva del clero, pues corresponde a todo el pueblo de Dios. Las narraciones del libro de los Hechos de los Apóstoles describen a la entera comunidad comprometida en el discernimiento de las vocaciones presbiterales. De hecho, el párrafo del decreto Optatam Totius sobre las vocaciones comienza con estas palabras: El deber de promover las vocaciones pertenece a la entera comunidad Cristiana, que lo ejerce sobre todo a través de una vida plenamente cristiana[2].
Las últimas palabras de esta cita nos ofrecen una materia importante de reflexión: el principal instrumento para un servicio eficaz a las vocaciones es una verdadera vida cristiana. Tal testimonio de vida se exige a los pastores de la Iglesia así como a todos los fieles. Esta es siempre nuestra mejor contribución al discernimiento vocacional, porque el fundamento del discernimiento es la vida espiritual.
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