Toda la pastoral de la Iglesia a favor de las familias
redundará en la pastoral de todas las vocaciones.
Entrevista al Secretario para los Seminarios
de la Congregación para el Clero,
S. E. Mons. Jorge Carlos Patrón Wong.
Hace exactamente dos años, entró en vigor el Motu proprio de Benedicto XVI Ministorum Institutio con el que transfirió a la Congregación para el Clero todas las competencia sobre los seminarios que anteriormente pertenecían a la Congregación para la Educación Católica.
Una de las razones de esta decisión se encontraba en una adhesión más relevante a la voluntad del Concilio Vaticano II, que había expresado la esperanza de que “la formación de los clérigos”, para ser "auténtica y eficaz debe soldar la formación permanente con la formación en el seminario”.
San Juan Pablo II, en la Pastores dabo vobis del 1992, explicaba: “La formación permanente de los sacerdotes ... es la continuación natural y absolutamente necesaria de aquel proceso de estructuración de la personalidad presbiteral iniciado y desarrollado en el Seminario, mediante el proceso formativo para la Ordenación”.
Con el Motu proprio de Benedicto XVI, por lo tanto, se ha asignado a la Congregación para el Clero “la promoción y el gobierno de todo lo relativo a la formación, la vida y el ministerio de los sacerdotes y de los diáconos”, desde la pastoral vocacional a la selección de los candidatos al sacerdocio, “incluida su formación humana, espiritual, doctrinal y pastoral en los seminarios y en los centros adecuados para los diáconos permanentes”.
Con el fin de abordar mejor este tema y para proporcionar un balance de la labor realizada hasta ahora en esta nueva perspectiva vocacional y formativa, PALABRA ha entrevistado a monseñor Jorge Carlos Patrón Wong, desde el 21 de septiembre 2013 Secretario para los Seminarios de la Congregación para el Clero, por voluntad del Papa Francisco.
Mexicano de Mérida, obtuvo la especialización en Psicología y Teología Espiritual en la Pontificia Universidad Gregoriana y tiene una amplia experiencia como rector de seminario. También fue Presidente de la organización de seminarios mexicanos (OSMEX) y la Organización de Seminarios Latinoamericanos (OSLAM). Como Obispo trabajó en la Comisión Episcopal de Vocaciones y Ministerios del Consejo Episcopal Latinoamericano.
Excelencia, ¿Cuál cree que es el criterio por el cuál en la Iglesia hay sacerdotes buenos y santos?
Yo creo que el secreto está en la unidad de la pastoral vocacional, la formación inicial que se da en los seminarios y la formación permanente del presbiterio como una unidad, en una perspectiva que es de crecimiento humano, de desarrollo espiritual, de renovación apostólica, de continua actualización intelectual, de tal manera que la formación se de en todas las etapas de la vida de manera gradual e integral.
El que sea gradual y también integral son dos componentes que dan certeza y también mucha alegría al joven, antes de entrar en el seminario, como seminarista pero también como sacerdote, en todas las edades, porque se descubre gradualmente que uno siempre es un discípulo y un apóstol misionero de Jesús en todas las etapas de su vida. Se descubre que cada uno de nosotros tiene mucho que aprender y mucho que donar.
Y con respecto a que sea integral, podemos decir que el sacerdote es discípulo misionero en todas las dimensiones de la formación, en lo humano, lo espiritual, en la parte intelectual, en la pastoral y en la vida comunitaria. La Congregación para el Clero, abarca todos estos aspectos: pastoral vocacional, seminarios y formación permanente del clero.
¿En qué momento del camino nos encontramos?
Estamos viviendo un momento de gracia donde el Papa Francisco se convierte en testigo auténtico de cómo ser sacerdote, cómo ser pastor. Ha creado un clima nuevo, positivo, muy atractivo para todas las edades, el Papa ha dado énfasis a esta relación y encuentro con Jesús, de cercanía con Dios y cercanía con nuestro pueblo, ser parte de nuestro pueblo.
Caminar – come el ha dicho - detrás del pueblo, con el pueblo y delante del pueblo, manifiesta una identidad profunda y al mismo tiempo muy clara para el sacerdote de hoy. Se descubre también en las nuevas generaciones un gusto por enfrentarse a retos nuevos porque experimentan la llamada de Dios como una llamada concreta y particular a renovar la vida sacerdotal, no como una contestación, como algo en contra, sino como una vivencia autentica de una llamada al servicio, a la entrega, a la donación, al bien.
Y desde esta perspectiva existe hoy un ambiente de esperanza y de mucho trabajo, que están realizando tanto los obispos, como los sacerdotes encargados de la pastoral vocacional, de la formación en los seminarios, de la formación permanente y también los párrocos que todos los días en sus parroquias entran en contacto con todas las realidades.
¿Como se encuentra la situación de los seminarios en el mundo, hay problemas, hay países que están mas avanzados en este aspecto de “nuevo ambiente”…?
Las realidades concretas son muy variadas. En todos los países tenemos seminarios que han logrado y logran continuamente una renovación y una preparación adecuada para los futuros sacerdotes. Y en todos los países también existen seminarios o procesos de formación que todavía non llegan a lo básico, al mínimo que la Iglesia y el mundo de hoy nos está pidiendo.
La tarea de la Congregación para el Clero es la de ayudar, promover y alentar todos los esfuerzos, para que los seminarios, de una forma conjunta, a través de la Conferencia Episcopal de cada país, de las asociaciones de los propios seminarios y de las acciones de comunión de los seminarios de una misma región o provincia eclesiástica, nos ayudemos de forma concreta, para que las experiencias más buenas sean compartidas. Este sano intercambio permite que todos los seminarios crezcan y logren un mejor nivel de formación.
Desde la Congregación tenemos muchas oportunidades de estar en contacto directo con Obispos y Asociaciones Nacionales, para ser puente entre las múltiples experiencias mundiales para la debida adaptación. Se realiza aquí una cadena de solidaridad virtuosa de tal manera que todo aquello que se ha experimentado como positivo en cualquiera de las dimensiones de la formación esté a disposición de todos los seminarios de todos los Países para ser adaptado a la propia realidad.
¿En este “trabajo de intercambio”, cuales son las prioridades?
Las dos grandes prioridades que aparecen con mucha claridad a nivel mundial en este compartir son: la formación de los formadores y la formación permanente de los presbíteros.
El gran estímulo para crecer en la formación inicial en el seminario es encontrar sacerdotes que entren en una dinámica de ser buenos sacerdotes. De manera directa, esto influye positivamente en el ambiente formativo del seminario y en la pastoral vocacional. Los jóvenes de hoy son cada vez más sensibles a los testigos auténticos. No piden sacerdotes perfectos, pero sí que sean auténticos, que con todo su corazón, toda su mente y su voluntad traten de seguir a Jesucristo en su vida y en su misión.
El hecho de experimentar la perspectiva de ser seguidores de Cristo, también es un elemento positivo, porque ofrece un sentido profundamente humano, espiritual y pedagógico, para estar atento a lo que Jesús nos pide, para seguir sus huellas en las diferentes etapas de la vida sacerdotal. Esto nos coloca en una actitud de discípulos, que se convierte después en testimonio, y por lo tanto, en pastoral.
Esto involucra, en cierto sentido, a todos los bautizados…
Exactamente. La realidad de que el seguimiento de Jesucristo nos une a todos los bautizados, además hace que todas la vocaciones, la vocación laica, a la vida consagrada y la sacerdotal, nos coloquemos unidos en el mismo proceso, el mismo camino de formación, que termina siendo una continua conversión a ser seguidores de Cristo.
Y aquí está lo más alentador: donde hay esperanza y alegría se tocan las realidades difíciles, tanto al interno de la Iglesia, como también en las periferias, de las que habla el Papa Francisco. En todos los Países hay grandes desigualdades, grandes injusticias, grandes contradicciones, mentiras, iniquidad… y la Iglesia, con todas las vocaciones, tiene mucho que ser y hacer para que el Evangelio sea un verdadero fermento en una sociedad que necesita de salvación y conozca la Buena Noticia de Jesucristo.
¿Como se pone, en esta prospectiva, el papel y la ayuda que pueden dar las Universidades Pontificias, en particular las que están en Roma?
La experiencia de Roma es una experiencia formativa y, por lo tanto, no abarca únicamente el aspecto académico que puede ofrecer una Universidad. Aquí encaja toda la vida sacerdotal que se realiza en las clases y también en las comunidades, donde el sacerdote o el seminarista viven, junto al elemento académico que ofrece la Universidad y junto a la experiencia de estar en contacto directo con el Santo Padre, la Santa Sede, en el corazón de la catolicidad. Cualquier sacerdote o seminarista en Roma se encuentra de manera existencial con rostros y corazones de los cincos continentes y de todas las culturas.
Por lo tanto, las Universidades Pontificias presentan y dan su aporte precioso y único dentro del contexto de la formación sacerdotal integral. Sacerdotes y seminaristas deben crecer, no únicamente en una cualificación académica, sino también, en un crecimiento personal y comunitario, en la dimensión de espiritualidad sacerdotal, de vivencia comunitaria presbiteral, de celo pastoral y de complementariedad entre fe y razón. En estos aspectos las Universidades Pontificias son parte de una experiencia integral y formativa que Roma ofrece.
Estamos en el año entre los Sínodos de los Obispos sobre la familia: ¿cual es la importancia de la familia en la vida vocacional de un seminarista y de un sacerdote?
No se entiende ninguna vocación fuera de la familia, porque es en las familias donde se aprende a vivir en la fe, en la esperanza y en el amor. Y esto sin importar las limitaciones, los errores, las heridas, o las lagunas que puedan existir en una familia, porque ahí se aprende la vida cristiana, el amor de Dios, se aprende a vivir con otros; ahí se aprende a perdonar, a comprender, a amar, a tener paciencia, a pedir perdón. En una familia se aprende a experimentar en vivo que la vida no es para mí, sino que es para otros, para ser compartida con otros. Y es ahí, en esa experiencia de salir del propio egoísmo y de la propia auto-referencialidad, donde se vive la donación y la entrega, es ahí donde surgen las primeras semillas de una vocación a la vida consagrada o a la vida sacerdotal.
Los valores humanos y espirituales cristianos que se viven en una familia, son el inicio de una vocación consagrada y sacerdotal. Pero también, las situaciones difíciles, que desde un punto de vista humano podrían llamarse traumáticas, cuando se viven desde la fe, la esperanza y el amor, son grandes signos catalizadores para hacer que un joven sea sensible a la llamada de Dios. En este aspecto las familias juegan un papel indispensable.
Toda la pastoral de la Iglesia a favor de las familias redundará en la pastoral de todas las vocaciones. Y también hay que decir que todo lo que se realice con los jóvenes, con los más pobres, redundará en la familia y por lo tanto también lo que se realice en la pastoral vocacional, en los seminarios y en la formación permanente de los sacerdotes redundará en beneficio de la familia. En efecto, si tenemos mejores sacerdotes, mejor formación sacerdotal, el servicio de acompañamiento humano, espiritual, pastoral de los sacerdotes a cada familia dará un beneficio directo a la propias familias.
Por tanto, el tema de la familia es precioso para la pastoral vocacional y la formación sacerdotal. Es central, no es un añadido o un accesorio. Está en el interior de la vocación y de la misión.
¿En la tarea pastoral de un sacerdote, ¿dónde y como se sitúa el tema del uso de las redes sociales y en general de los medios de comunicación?
El sacerdote por su propia naturaleza es un comunicador, pero comunica lo que vive. Me gustaría dar una respuesta con una imagen que utiliza el Papa Francisco sobre la respiración. La vida cristiana es una respiración que abarca al mismo tiempo la inspiración y la espiración. La inspiración es toda aquella vivencia diaria, de encuentro con Cristo, de relación personal con Cristo, de seguimiento con Cristo, de contacto con el Evangelio, que da una vida interior, que crea una identidad, donde se experimenta la llamada, donde se experimenta la misión como llamada personal y de amor de Jesús. Todo ese momento de inspiración diaria, se convierte en espiración; en la que cada sacerdote, con todas sus acciones, pensamientos, actitudes transpira a Cristo, comunica a Cristo, manifiesta la vida del Amor de Dios y, por lo tanto, se convierte en un servidor muy original de la sociedad, donde el sacerdote como Jesucristo pasa haciendo el bien. Literalmente, todo lo que hace, las veinticuatro horas del día, lo realiza para el bien de la sociedad. Quiere el bien para el hombre, y comunica el bien, y esto es una expresión de lo que él experimenta como bien, como bondad y como amor, que es el encuentro con Cristo.
Teniendo esto en consideración, los nuevos medios de comunicación, las redes sociales, o lo que se puedan inventar en el futuro, debe ser integrado en este proceso de inspiración y espiración, porque a través de las redes sociales y los aparatos electrónicos podemos entrar en contacto con muchas fuentes de espiritualidad y podemos usarlos para el encuentro personal con Cristo, para el crecimiento de la espiritualidad personal y comunitaria.
Esas mismas redes nos sirven para comunicar, para expirar hacia fuera, para entregar, para donar, para hacer misión. Cada sacerdote, cada presbiterio, cada seminario, cada vocación, debe valorar cómo los medios de comunicación son parte del ser y la misión de la vida vocacional; cómo el mundo de la comunicación nos sirve para crecer en el encuentro con Cristo y también para entregarnos y comunicar a Cristo.
En que época de la Iglesia nos encontramos con el Papa Francisco?
Yo creo que nos encontramos en la alegría del Evangelio y en una renovación de autenticidad, en la que la humanidad, como decía Pablo VI, hoy necesita testigos, y el Papa Francisco ha dado, con su vida y con su persona, una actualidad a la llamada de ser testigos del amor y de la misericordia de Dios, en una era gozosa, ante una humanidad que sufre y que está en busca de la verdadera felicidad.