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La alegría de evangelizar

S_E_C_M

Palabra nº 610 // Marzo 2014

Redacción Palabra

El sacerdocio cristiano no nace de la historia ni de la evolución natural del concepto de mediación con la divinidad, presente en todas las culturas, sino de la voluntad del Señor.

Pero la vida y el ministerio de los sacerdotes se desarrollan siempre en un contexto histórico concreto, lleno de nuevos problemas y de posibilidades inéditas, como sucede, por otra parte, en la vida de todos los cristianos. Esta constatación es particularmente importante cuando hablamos de los presbíteros en su función de gobierno, es decir, en su responsabilidad de ser auténticos pastores del Pueblo de Dios peregrinante en un determinado momento de la historia.
Un pastor vigilante, atento, debe saber afrontar las circunstancias históricas y configurar los rasgos concretos de su función de pastor de acuerdo con una perspicaz valoración evangélica de “los signos de los tiempos”.
Debe saber interpretarlos a la luz de la fe, como pide el Señor, y someterlos a un discernimiento prudente, de modo que no se identifique con el mundo – con el modo de pensar y de vivir de la época – hasta el punto de dejar de ser testigo de una realidad distinta, ni ignore la situación concreta en la que vive sin mostrar por ella ningún interés o, aún menos, despreciándola como si todo fuera negativo o pecaminoso.

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